martes, 1 de junio de 2010

La efusividad del artista se siente, también, cuando se le pide que responda a una propuesta hecha por otros representantes del género, para quienes la ostentación produce resentimiento social. Y Yankee, alardeando de su vocación al reto, contesta con acento y forma boricuas: "Yo no lo creo& ¿Tú no has visto, mi 'helmano', el cariño que me tiene la gente?".
El verbo de "el Cangri", como llaman al cantante de La Gasolina, puede resultar deliberadamente fanfarrón. Su boca simula un despeñadero de donde salen palabras precipitadas, como si se tratara de un colado de lava extraído de ese volcán llamado reggaetón.
Tiene, eso sí, el detalle de zafarse de unos lentes oscuros que poco se necesitan en una tarde moribunda en el Hotel La Concha, en San Juan. "Voy a quitármelos porque es prensa escrita", accede este latino de no más de un metro setenta y dos centímetros, quien valora la estética industrializada envasada en perfumes, antibacteriales y labiales protectores, todos con su nombre como marca.
Figura icónica de los reggaetoneros, dista mucho, sin embargo, de parecer uno de ellos. Por lo menos, no uno de los chamos que "perrean" al son de Llamada de emergencia en madrugadas de desenfreno dentro de los bares penumbrosos del centro comercial El Valle, de Caracas, uno de los escenarios criollos donde ese ritmo tiene acogida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario